Todo el mundo sabe que el miedo forma parte de la vida del ser humano.
El rico tiene miedo de volverse pobre, y el pobre, de no tener condiciones de sustentar a su familia;
Los oprimidos le tienen miedo a la oscuridad, a las alturas, al ascensor, a no pasar de grado en la escuela etc.;
Los saludables tienen miedo de enfermarse, y los enfermos miedo de morir;
Hay enfermos que tienen miedo de no curarse;
Las solteras le tienen miedo al confinamiento de la soledad;
Los religiosos tienen miedo de irse al infierno;
Los endeudados tienen miedo de no poder cumplir con sus compromisos;
Los traidores tienen miedo de ser descubiertos;
Los malhechores tienen miedo de ir a la cárcel;
Los políticos tienen miedo de perder las elecciones.
Como vemos, el miedo está presente en la vida de todos. De unos más, de otros menos.
Pero todos cargan tal sentimiento.
Incluso los más cercanos a Dios tenían sus miedos.
Abraham tuvo miedo de que lo mataran a causa de su mujer;
Con Isaac no fue diferente;
Jacob huyó con miedo de su hermano Esaú:
Moisés huyó de Egipto con miedo del Faraón;
Gedeón temió destruir el altar de su padre durante el día;
David tuvo coraje para enfrentar a Goliat, pero huyó de su hijo Absalón;
El gran profeta Elías temió a las amenazas de Jezabel y huyó al desierto.
En toda la historia de la humanidad, el Único que no tuvo miedo fue Jesús. Él enfrentó a los opositores y a la muerte sin esbozar ningún recelo. ¿Por qué?
Porque estaba lleno del Espíritu Santo.
Estar lleno del Espíritu Santo significa estar vacío de miedo.
¿Cómo es posible estar lleno del Espíritu de Dios?
Cuando la mente está 100% ocupada con los pensamientos de Dios, con Su Palabra.
Esa es la razón de la orden: “… sed llenos del Espíritu”. Efesios 5:18
Lleno del Espíritu significa ausencia de toda y cualquier influencia de este mundo.
Inclusive de sus miedos, amenazas y terrores.
